El
autor dedicó el reconocimiento a su país y a las naciones latinoamericanas que
viven bajo una dictadura.
El
venezolano Rodrigo Blanco Calderón fue elegido este jueves como el ganador del
Premio de la III Bienal de Novela Mario Vargas Llosa por su libro The
night, en el que aborda la “tragedia” que vive su país natal con el gobierno
del Presidente Nicolás Maduro, y que fue elegido por el jurado por su
“maestría” narrativa.
En una ceremonia que tuvo lugar en el Conjunto Santander de Artes Escénicas, de la Universidad de Guadalajara (UdeG), el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, Presidente del jurado del premio dotado con 100 mil dólares estadounidenses, reveló que eligieron The night de entre las cinco obras finalistas por ser “una novela laberíntica”, como lo es la ciudad de Caracas, Venezuela, donde trascurre.
“Sus personajes son suspendidos en unos días del año 2010 en los que suceden los cortes de servicio eléctrico, y en el que la ciudad se convierte en un espacio fantasmagórico por donde circulan inquietantes motociclistas y aparecen cadáveres de mujeres asesinadas; vamos conociendo poco a poco retazos del pasado de sus personajes en otras épocas de la ciudad. Es una novela polifónica construida como un juego de muñecas rusas”, explicó.
Ramírez agregó que esta primera novela de Rodrigo Blanco Calderón lo da a conocer “con relatos breves que llamaron poderosamente la atención de la crítica y de los lectores, y que se nos aparecen como un artefacto literario construido con maestría; con un narrador que sabe apreciar la complejidad de su metrópoli natal y de la vida de sus habitantes”, agregó.
El ganador, quien salió de su país para radicar en España, dedicó el premio a su país y “a la desgracia sin precedentes” que sucede en él y en otros países latinoamericanos que viven bajo gobiernos autoritarios, y pidió a los asistentes ser “veladores de la verdad y solidarios”, y a prestar atención a lo que sucede en países como Nicaragua.
“Es una novela que no hubiera sido posible si no hubiese requerido el horrendo e imposible sacrificio de ver un país arrasado por la dictadura que está viviendo actualmente. En ese sentido, no es una novela de denuncia, sino de indagación sobre una zona de sombra en la que mi país ha caído y que estoy seguro que saldrá de ella, pero que termina siendo una indagación también humana y colectiva de cómo ciertas sociedades volunta e inconscientemente se empujan a su propia aniquilación”, subrayó Blanco Calderón.
Dijo que, además del “honor” de que su nombre esté ligado al del escritor peruano Mario Vargas Llosa, recibir el premio significa la oportunidad de que su libro pueda volver a ser visto mucho tiempo después de su publicación y que consiga nuevos lectores en una época “en la que la literatura y los libros se ven avasallados por el imperio de la novedad”.
Con la entrega del premio concluyó la III Bienal de Novela Mario Vargas Llosa que se desarrolló en Guadalajara desde el pasado lunes 27 de mayo, con la presencia de más de 300 escritores iberoamericanos reunidos en torno a diversas mesas de discusión sobre la novela y la literatura.
Mario Vargas Llosa agradeció el apoyo de la UdeG para que tanto el premio como la bienal sobrevivan, luego de que se enfrentara a problemas en su organización y mantenimiento en su natal Perú, que la llevaron al borde de la desaparición.
“Este es el primer año que estamos en Guadalajara y ha sido un año magnífico, no sólo por la calidad de los participantes y las escritoras y escritores, sino sobre todo por la presencia de los centenares de jóvenes procedentes de distintas partes de México que han seguido con un enorme interés las discusiones literarias”, declaró.
Las otras obras finalistas del premio son: Las fiebres de la memoria, de Gioconda Belli; Vivir abajo, de Gustavo Faverón; Sur, de Antonio Soler y Ordesa, de Manuel Vilas. Se inscribieron 426 obras, procedentes de 20 países.
La primera edición del certamen recayó en Prohibido entrar sin pantalones, del español Juan Bonilla, y la segunda en la obra Si te vieras con mis ojos, del chileno Carlos Franz.
En una ceremonia que tuvo lugar en el Conjunto Santander de Artes Escénicas, de la Universidad de Guadalajara (UdeG), el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, Presidente del jurado del premio dotado con 100 mil dólares estadounidenses, reveló que eligieron The night de entre las cinco obras finalistas por ser “una novela laberíntica”, como lo es la ciudad de Caracas, Venezuela, donde trascurre.
“Sus personajes son suspendidos en unos días del año 2010 en los que suceden los cortes de servicio eléctrico, y en el que la ciudad se convierte en un espacio fantasmagórico por donde circulan inquietantes motociclistas y aparecen cadáveres de mujeres asesinadas; vamos conociendo poco a poco retazos del pasado de sus personajes en otras épocas de la ciudad. Es una novela polifónica construida como un juego de muñecas rusas”, explicó.
Ramírez agregó que esta primera novela de Rodrigo Blanco Calderón lo da a conocer “con relatos breves que llamaron poderosamente la atención de la crítica y de los lectores, y que se nos aparecen como un artefacto literario construido con maestría; con un narrador que sabe apreciar la complejidad de su metrópoli natal y de la vida de sus habitantes”, agregó.
El ganador, quien salió de su país para radicar en España, dedicó el premio a su país y “a la desgracia sin precedentes” que sucede en él y en otros países latinoamericanos que viven bajo gobiernos autoritarios, y pidió a los asistentes ser “veladores de la verdad y solidarios”, y a prestar atención a lo que sucede en países como Nicaragua.
“Es una novela que no hubiera sido posible si no hubiese requerido el horrendo e imposible sacrificio de ver un país arrasado por la dictadura que está viviendo actualmente. En ese sentido, no es una novela de denuncia, sino de indagación sobre una zona de sombra en la que mi país ha caído y que estoy seguro que saldrá de ella, pero que termina siendo una indagación también humana y colectiva de cómo ciertas sociedades volunta e inconscientemente se empujan a su propia aniquilación”, subrayó Blanco Calderón.
Dijo que, además del “honor” de que su nombre esté ligado al del escritor peruano Mario Vargas Llosa, recibir el premio significa la oportunidad de que su libro pueda volver a ser visto mucho tiempo después de su publicación y que consiga nuevos lectores en una época “en la que la literatura y los libros se ven avasallados por el imperio de la novedad”.
Con la entrega del premio concluyó la III Bienal de Novela Mario Vargas Llosa que se desarrolló en Guadalajara desde el pasado lunes 27 de mayo, con la presencia de más de 300 escritores iberoamericanos reunidos en torno a diversas mesas de discusión sobre la novela y la literatura.
Mario Vargas Llosa agradeció el apoyo de la UdeG para que tanto el premio como la bienal sobrevivan, luego de que se enfrentara a problemas en su organización y mantenimiento en su natal Perú, que la llevaron al borde de la desaparición.
“Este es el primer año que estamos en Guadalajara y ha sido un año magnífico, no sólo por la calidad de los participantes y las escritoras y escritores, sino sobre todo por la presencia de los centenares de jóvenes procedentes de distintas partes de México que han seguido con un enorme interés las discusiones literarias”, declaró.
Las otras obras finalistas del premio son: Las fiebres de la memoria, de Gioconda Belli; Vivir abajo, de Gustavo Faverón; Sur, de Antonio Soler y Ordesa, de Manuel Vilas. Se inscribieron 426 obras, procedentes de 20 países.
La primera edición del certamen recayó en Prohibido entrar sin pantalones, del español Juan Bonilla, y la segunda en la obra Si te vieras con mis ojos, del chileno Carlos Franz.
Prensa
Fil Guadalajara, México.
Guadalajara, Jalisco, 31 de mayo de 2019
Texto: Mariana González
Fotografía: David Valdovinos
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de atención a medios
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